martes, 29 de octubre de 2013

revoluciones tecnologicas


A lo largo de la historia las innovaciones tecnológicas han provocado cambios cualitativos de gran envergadura en la estructura socioeconómica de los países. Muy diferente ha sido el mundo después de la Revolución Industrial del siglo XVIII en Inglaterra, gracias a la permanente innovación tecnológica; al punto que ésta última se constituye en condición indispensable para el progreso económico y social. No obstante, no todos los países se han beneficiado por igual de los adelantos tecnológicos, pues estos últimos han contribuido a profundizar las desigualdades entre las naciones; a intensificar el desarrollo desigual de la economía a escala mundial; a aumentar la brecha entre países ricos y pobres. Es más, la lucha entre las potencias industrializadas por el control de las fuentes de materias primas y de los mercados, ha tenido en las innovaciones tecnológicas una de sus principales armas, utilizadas muchas veces con fines destructivos, como es el caso de las guerras mundiales y regionales, o del deterioro del medio ambiente. Esta enorme capacidad de autodestrucción tiende a sofisticarse cada vez más. Como señala la revista The Economist, "los rivales del próximo siglo tendrán la capacidad tecnológica para causarse, por medios nucleares y otros, mucho más daño del que jamás pudieron ocasionarse las naciones-Estado del siglo 19".

Los avances tecnológicos de las últimas décadas han producido una verdadera revolución en los campos de la producción, la prestación de servicios, la educación, las comunicaciones y las relaciones interpersonales, así como también en la forma como se organizan y dirigen los procesos. Por eso el conocimiento y dominio de las nuevas tecnologías son el factor que determina la ventaja competitiva de los países en la actual división internacional del trabajo. Como señala Antonelli, "la tecnología es un factor esencial en la división internacional del trabajo: quienes antes adoptan innovaciones tecnológicas consiguen una ventaja relativa sobre sus competidores, obteniendo así el control sobre parcelas estratégicas de los mercados internacionales a través de la exportación de bienes, de la tecnología incorporada en los bienes de capital y del crecimiento multinacional de las empresas".
Tal ha sido la importancia del cambio tecnológico en la transformación estructural de las economías, que más de la tercera parte del comercio mundial está conformado por bienes que no existían al finalizar la segunda guerra mundial. Estos bienes corresponden a los campos de la electrónica, las telecomunicaciones, la informática y la biotecnología. Este nuevo patrón tecnológico ha modificado sustancialmente el contenido de la división internacional del trabajo, pues la especialización y las ventajas comparativas dependen cada vez más de la capacidad de innovar, adaptar, adoptar, imitar o mejorar tecnología. Por eso "en este contexto, las capacidades en ciencia y técnica de un país son parte integral de su política de desarrollo y un componente estructural de su sistema productivo".

Pero la creación, adopción o mejoramiento de nuevas tecnologías requieren de grandes esfuerzos en Investigación y Desarrollo (I&D), al tiempo que representan un gran riesgo, debido a la velocidad con que los nuevos procesos y productos con un componente tecnológico avanzado tienden a volverse obsoletos. Para los países en desarrollo esta situación es aún más difícil, pues al tiempo que sus importaciones contienen un alto valor agregado de conocimiento, especialmente las manufacturas, la composición de sus exportaciones permanece casi invariable. "Aquí radica un nuevo aspecto del intercambio desigual, generado y amplificado por el actual orden económico internacional, en el cual se procesan las actuales transformaciones tecnológicas".

Los extraordinarios avances de la electrónica han modificado sustancialmente la trayectoria tecnológica, agregando nuevas filas y columnas a la matriz insumo-producto. Estos cambios han modificado las condiciones de producción, a través de la automatización mediante la introducción de máquinas herramientas a control numérico, robots y toda una gama de mecanismos de control automático de los procesos. Se ha modificado también el viejo concepto de gran industria como sinónimo de eficiencia productiva. Las economías de escala dan paso a la empresa flexible, relativamente pequeña pero altamente automatizada y con un número reducido de operarios. Si la gran empresa orientaba el proceso productivo al mercado masivo de productos homogéneos, la empresa flexible se especializa en productos heterogéneos, sensibles a los cambios en la demanda localizada en los llamados "nichos" de mercado.

Si la empresa tradicional basaba su esquema de acumulación en el sistema de precios y reducción de costos, en una producción masiva y homogénea, la nueva empresa automatizada dirige sus esfuerzos a la diferenciación y mejora de la calidad de los productos. No obstante, esto no significa que el nuevo modelo de producción orientado a determinado "nicho de mercado", haya abandonado su preocupación por reducir costos. Al contrario, la introducción de nuevas tecnologías permiten el diseño de nuevos productos y procesos, reduciendo la cantidad de componentes electromecánicos; suprimiendo algunas etapas de la transformación; disminuyendo costos laborales, el tiempo de utilización de la maquinaria y economizando materiales.

Precisamente en el campo de la sustitución de materiales y fuentes de energía, el cambio tecnológico ha provocado una verdadera revolución, que puede poner fin al agotamiento de los recursos y a la interrupción de los suministros. Aparte de la sustitución de viejos materiales existe la posibilidad de la creación de nuevos, los cuales podrían sustituir desde materias primas agrícolas y alimentos, hasta metales y minerales, con consecuencias negativas para aquellos países que se especializan en la exportación de bienes primarios. Actualmente se requieren menos materias primas, pues en los últimos decenios se han dejado de lado los productos con uso intensivo de materiales. Un ejemplo de esto es el creciente reemplazo del acero por materiales sintéticos.

Otro ejemplo de esta tendencia es el reemplazo del tradicional cable de cobre por la fibra óptica. "Treinta y cinco kilos de este cable transmiten tantos mensajes como una tonelada de alambre de cobre. No menos importante es que para producir esos treinta y cinco kilos sólo se consume menos del 5% de la energía necesaria para producir la tonelada de alambre de cobre". Pero lo más impresionante es el aumento de la productividad de este sistema, pues se calcula que una sola fibra óptica puede transmitir, en el año 2000, 10 millones de conversaciones simultáneamente, contra sólo 3000 en 1988.  Otro factor que contribuye a la economía de materiales es la tendencia a la miniaturización, especialmente en el campo de la electrónica. El de los computadores personales es tal vez el mejor ejemplo.

Un fenómeno asociado al avance tecnológico es la creciente economía de energía. En el mundo cada vez se produce más con menos energía. Después de la crisis del petróleo en 1974, los países desarrollados, mediante la conservación y la eficiencia, lograron reducir el consumo de energía en un veinte por ciento, equivalente a mil millones de toneladas de petróleo al año, igual a la producción total de Estados Unidos y Europa Occidental. La nueva tendencia a la reducción del consumo de energía en general y de energía tradicional, en particular, está reforzada por el uso de nuevas fuentes como la energía nuclear y la fotovoltaica (solar). Esta última puede llegar a ser la fuente más importante de energía en el siglo XXI.

Otro campo donde ha tenido lugar una verdadera revolución tecnológica es el de las comunicaciones. Los canales de transmisión de información se han perfeccionado gracias a los avances de la telemática, a la aparición de las llamadas autopistas de la información, que facilitan cada vez más el acceso al conocimiento, no importa donde se encuentre: en bibliotecas famosas, en los bancos de datos de importantes centros de investigación, en los grandes museos o en los archivos personales de los usuarios del sistema. Para el año 2000 se estima que por lo menos 327 millones de personas tendrán acceso a Internet, las cuales podrán intercambiar las 24 horas del día conocimientos entre sí a través de un ordenador, como si estuvieran en una misma oficina. No obstante, el mayor porcentaje de usuarios (82%) se concentra en tan sólo 15 países, a la cabeza de los cuales están los Estados Unidos.

Igualmente el mundo de los negocios tiende a integrarse en forma acelerada al ciberespacio, donde los conceptos de tiempo y espacio se han modificado radicalmente, haciendo más ágil la comunicación entre los participantes. El comercio, la banca, los servicios y el entretenimiento tienden a virtualizarse a través de Internet en forma relativamente acelerada. Los grandes negocios en Wall Street giran cada vez más alrededor de los gigantes de las telecomunicaciones y la Internet, como es el caso de la reciente megafusión entre America Online y Time Warner, cuyo monto alcanza los 190.000 millones de dólares, la cifra más grande de la historia financiera del mundo.40 El hombre más rico del mundo ya no es un industrial o un petrolero, sino el magnate del software, Bill Gates. Es tal la importancia de la revolución digital que se habla de una nueva economía, de la economía digital, o la cibereconomía. El paso de la economía tangible a la "economía intangible", ha modificado radicalmente la tradicional forma de hacer negocios, constituyéndose en uno de los principales soportes del auge económico de los Estados Unidos en los últimos años, así como en el jalonador del aumento de la productividad en ese país.

La revolución tecnológica en las comunicaciones está cambiando el concepto de trabajo en la oficina por el nuevo concepto de trabajo a distancia o teletrabajo, a través de la Red Digital de Servicios Integrados (RDSI) que permite conectar a los empleados con su empresa desde su domicilio.

La RDSI, que usa para el transporte de las señales, el cable de fibra óptica y los satélites de comunicación, hacen posible la comunicación interactiva, en la cual se pueden recibir por una sola línea, voz, imágenes y datos (correo electrónico, gráficos, planos), sonidos, etc. Con el desarrollo de las autopistas de la información se revolucionará el mundo de los negocios y ya no será necesario realizar agotadores viajes para concretarlos, pues esto será posible mediante las tele conferencias, a través de un computador, en las llamadas "oficinas virtuales". Igualmente, con la generalización del dinero electrónico las transacciones comerciales y financieras se agilizarán, permitiéndole al usuario ahorrar tiempo para otras actividades.

No menos importante ha sido el impacto del cambio tecnológico en el mercado laboral. Al tiempo que aumenta el desempleo en los sectores tradicionales de la economía que han sido sometidos a reestructuraciones técnicas, se incrementa la oferta de nuevos empleos en actividades asociadas con las nuevas tecnologías. Los empleos del futuro estarán ligados a conceptos como organizar y gerenciar, aconsejar y asesorar, investigar y desarrollar, educar y concientizar, proteger el medio ambiente y aplicar eficientemente las normas del derecho. La fuerza de trabajo del futuro será altamente calificada. Todo este proceso cambiará radicalmente los hábitos de las personas, así como el contenido de sus necesidades.

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